El bailaor que estabas esperando

Para Adrián Brenes
Octubre 2011

Ella lo vio en la Habana, en el Trocadero;
miró de reojo y ofreció un mojito;
y dijo no, no; no es lo que quería decir.
No busco un amante, busco un bailaor,
y tú, no eres el bailaor que estaba esperando.

Y es el mismo donde quiera que vayas.
Flamencos modosos explotan de ardor,
colman tu alma de maravilla,
pero no son los bailaores que estás esperando;
el niño gitano de Sevilla,
moviéndose en obediencia a una fórmula antigua
no es el bailaor que estás esperando;

Y las niñas rosadas, dulces como azúcar en la plaza del pueblo
no son el bailaor que estás esperando;
incluso el gran Cortés, torso desnudo, bailando hacia atrás,
no es el bailaor que estás esperando.

Entonces, una noche, llega a un pequeño pueblo,
elegante y recatado,
y obviamente no el bailaor que estás esperando.
Pero sus ojos han acorralado la sala;
salir ahora sería insoportable;
sus manos tocan delicadamente al ritmo de la voz y guitarra;
se pone de pie, expande, sale en el aire salado;

Algo asombroso está a punto de ocurrir. Salida.

Llena los rincones, merodea,
salvaje y tortuoso como Satanás.
Música desconcertante
como pájaros llorando le rodea.
Te desprecia, te llama. Paseo.

Y sientes las aldeas quemadas,
los carros huyendo; los fuegos
parpadeando y la boda en el campo;
la tierra seca, que no ofrece nada, nada.
Su sonrisa es aterradora. Tú le seguirías
a cualquier parte. Castellana.

Y se vuelve suave, tranquilo como un mito
criatura submarina; buceando profundamente
a través de círculos de desolación;
una posesión nueva, hermosa;
Él es tuyo ahora. Silencio.

Y el choque repentino de su zapato
te alarma con la furia de una insurrección;
varada, debes llorar por la valentía
que opone la juventud y la habilidad y audacia
a la máquina más negra del mundo. Zapateado.

Todo es infierno, todo es cielo;
se ahoga en movimiento; el baile
surge a través de él;
aparece jadeando, riendo; la estrellas explotan,
deslumbran los rincones más alejados del mar. Bulerías.

¿Puede el diablo saltar? Pues este hombre puede ir más alto.
Es el bailaor rebelde de tu alma,
el Cristo furioso que exige:
me niego a ser crucificado.
Esto, se llama Alegrías;

Este es el bailaor que estabas esperando.

Jackie Cornwall ©

(Fotografía: Kelly Lawlor y Rob Kenyon)